2.3.17

ELOGIO DE LO COTIDIANO




Necesidades, en plural

La sensibilidad hacia las necesidades es un primer motivo para dirigirse a la ciudad actual. (1) Y es en lo cotidiano, y no en otro ámbito, donde nuestras necesidades son satisfechas bajo el influjo de todo lo que nos rodea, bajo el desgobierno que nuestra propia cultura un día dio a luz y ahora rechaza sin compasión alguna.

En la actualidad, este rechazo sistemático hacia las particularidades de nuestro entorno se traducen en la pérdida de identidad de nuestras ciudades, y por tanto en la pérdida de plasticidad de nuestra arquitectura. 
Pero no solo eso, las atmósferas que rodean a las grandes urbes tienden a ser simuladas (2), es decir, al pisar la calle somos alienados por la alta tecnología y ésta, cual pulpo ávido de libertad, nos envuelve y no nos deja ser conscientes de lo que implica cada uno de los pasos que damos. 

La sobriedad de antaño ha sido desbancada por el artificio contemporáneo.
La individualidad de las cosas es superficial de manera alarmante. Sucede que robamos singularidad de un lugar para cederle pluralidad, convirtiéndolo en algo banal, sin sentido y sin sensibilidad. 

Ante este fenómeno tan preocupante, creo que es lícito poner en énfasis lo cotidiano, lo común, lo preexistente, lo que podemos aprender de los artefactos de la cultura popular.

Se trata de aprender de lo que “está ahí” (3) y jamás bajo ningún tipo de restricción o limitación que todo análisis conductista conlleva. 

No me cabe la menor duda que apreciar lo común, supone de algún modo advertir orden donde aparentemente reina el caos. Es decir, sintetizar lo cotidiano es acometer un análisis exhaustivo del entorno acompañado de un ordenamiento de las ideas más presentes. Y tras ello, perfilar el equilibrio del juicio justo de las cosas.    

Lo cotidiano no debe ser visto como un nido donde lo banal es incubado sin pesquisa alguna, quizá es un horizonte que parece vislumbrar la panacea que la arquitectura actual tanto ansía.


Como futuros arquitectos no es de recibo ver lo cotidiano como mero concepto, puede ser un filón creativo. ¡Joder!

Observemos en cada objeto la pieza del rompecabezas que completa nuestro autorretrato. Rompamos con cualquier tipo de dogmatismo, estos sólo perturban nuestro dinamismo creativo. 

Los atajos no hay que tomarlos, se convierten en el cáncer de la buena arquitectura. Lo bonito es inmiscuirse en un largo camino que va más allá del cinismo y las apologías. Hablo de proyectar con unos antecedentes y ponerlos en duda.

¡Qué oportuno resultaría que toda esta amplia variedad de planteamientos aflorasen como alternativa proyectual al ombliguismo del que en muchas ocasiones el establishment de la arquitectura hace acopio de manera tan candente!


Veamos, espero que se entienda esto, no proclamo a los cuatro vientos subirnos al carro de lo POPular, de lo ordinario como única vía de escape a la actual situación. !Ni mucho menos! 
Simplemente propongo mirar lo existente que es lo evidente y aplazar nuestro juicio entorno a este embrollo. De ser cautelosos y hacer más sensatos y constructivos los juicios ulteriores. (4)  

El auténtico cometido de la arquitectura es saber adaptarse al continuum de la cultura y el tiempo. Saber entenderla como una reconciliación del ser humano con lo que le rodea.
Necesitamos alinear la arquitectura con las necesidades del ayer y el hoy.
El arquitecto tiene una tarea evidente: estamos aquí para humanizar la naturaleza mecánica de los materiales que articulan y conforman nuestra vida.


No demos pie al ocaso de nuestro patrimonio, seamos conscientes de que toda arquitectura ha de ser una loa al ser humano.




IMAGEN


1      Chimpanzee on toilet Poster. Autor desconocido
2    Increasing disorder in a dining table. Drawing.(2014) Diller Scofidio + Renfro.

NOTAS

(1)(4)  SCOTT BROWN, D. (1971). Aprendiendo del Pop. Barcelona: Editorial Gustavo Gili, S.A.
(2)   ITO, T. (1995). Arquitectura en una ciudad simulada. Revista El Croquis, 71, págs. 6-15
(3)  SMITHSON, A.,P. (1990). The "as found" and the "found". publicado en Robbins, David (ed.)





No hay comentarios:

Publicar un comentario