18.4.17

UN MODELO DE GESTIÓN RURAL: ser transversales





La sociedad es capaz de innovar para hacer frente a los cambios socioeconómicos. Ayudados por la transformación tecnológica y la sociedad de la información, numerosos colectivos son capaces de auto-organizarse mediante las prácticas colaborativas, el trabajo en red y la transmisión de conocimiento de forma que la innovación social fluye por los espacios digitales y analógicos transformándolos. Lejos de las prácticas institucionales que se desarrollan en el ámbito oficial existen innumerables iniciativas informales que poseen gran valor y elementos innovadores. Estas prácticas innovadoras recorren todas las capas de la sociedad y todas las disciplinas, y poseen como eje el empoderamiento de los ciudadanos y su participación activa en todos los aspectos que tiene que ver con lo público. Pero, ¿porqué no extrapolar estas prácticas al mundo rural? ¿Porqué no vincularlas con el aprendizaje y el conocimiento del medio? ¿Porqué no irradiarlas a través del turismo? Quizá este proceso tan complejo supusiese una base solida sobre la que conservar nuestro patrimonio rural.

Para comenzar a pensar en este nuevo modelo de gestión rural, una de las claves sería mitigar la importancia o la diferencia entre los conceptos de público y privado. Aprovechar esta laxitud y labrar un territorio donde las actividades colaborativas o de participación nutran a los lugareños dentro de un soporte económico como es el del turismo ecológico (turismo sentimental). 
La perspectiva es fraguar un nuevo modelo de gestión rural. Mirar lo común (common) y lo que se diferencia de lo común (uncommons), ver como el territorio rural alberga actividades y potencialidades que pueden coexistir y entremezclar. Hablo de sinergias que se traducen en la consolidación y afloramiento de una economía y demografía que está en vías de extinción. 

Para ello se establece un esquema en el que se interrelacionan los recursos, la comunidad multidisciplinar y los modelos de gobierno (representados por el territorio rural-pueblos y su entorno, sus habitantes y las transmisiones respectivamente). 
En un proceso bidireccional la innovación social repercute en el territorio, de forma que este se transforma, se complejiza, aglutinando mayor participación, información, organización y conocimiento y disminuyendo en consumo de recursos, planificación y restricción. Este territorio “enriquecido” provoca que la comunidad asociada se “empodere”, es decir, que aprehenda tácticas y técnicas asociadas a la innovación existente, haciéndolas suyas, usándolas y transmitiéndolas, de forma que se incremente la responsabilidad y la autoconsciencia del lugareño responsable, partícipe y proactivo. Este proceso se retroalimenta cual vaso comunicante, de forma que la innovación social se difunde a través del territorio y este funciona de forma ejemplificante. Son esos procesos –las transmisiones- las que se estudian en profundidad para potenciarlas y extraer de ellas el valor y su aplicabilidad a nuevas situaciones, contextos y disciplinas.
Estos procesos discurren en un entorno donde el turismo -ligado a una pedagogía intrínseca a los valores que ofrece el territorio- es la bandera (por así decirlo) del lugar. La misión es que esta labor de enriquecimiento social sea transmitida (económicamente) a los turistas y los lugareños para que las redes de la ciudad y el pueblo poco a poco vayan acercándose hasta entrelazarse.



No hay que cerrarle las puertas al campo.


REFERENCIAS 


[VIC] Vivero de iniciativas ciudadanas

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